La demanda por procesos de trabajo más ágiles y una infraestructura componible guiará la transición hacia la adopción de la nube en conjunto con las iniciativas de transformación digital.

Dentro de este contexto, surge la pregunta acerca de la situación de los entornos IT internos. Parecería indicar que la tendencia apunta hacia el abandono de este sistema físico, pero surge la interrogante sobre la necesidad de elegir entre una u otra opción. Sin embargo, no es necesario tomar uno de los dos caminos exclusivamente. Existe la posibilidad de diseñar e implementar lo que se puede llamar una estrategia IT híbrida, que combine lo más beneficioso de ambas alternativas y establezca una infraestructura adaptada a los requerimientos y desafíos específicos de cada empresa.

Previo a adentrarnos más en esta metodología, es esencial diferenciar entre la TI híbrida y la nube híbrida, esta última compuesta únicamente por servicios de nube privada y pública. La primera engloba tanto la infraestructura local como la física, implicando una planificación estratégica entre usuarios, dispositivos y datos.

La opción de infraestructura híbrida posibilitará aprovechar las inversiones previas, mantener el control sobre información altamente confidencial y garantizar la seguridad de los sistemas. Asimismo, brindará una mejor escalabilidad (dada la agilidad de los entornos en la nube), reducción de costos, flexibilidad en la planificación del gasto en TI (combinando costos variables y fijos) y, gracias a una gestión simplificada, una mayor eficiencia en el negocio. Esto convierte a este enfoque IT en una herramienta para impulsar la transformación digital de la compañía.